A veces los auxiliadores espirituales adoptan la forma de un ser,vivo o fallecido,que le resulta familiar al protegido. Sin duda ,esto se debe para que el ser al que van a proteger no se asuste,o al menos la familiaridad de la figura aparecida les impulse a dejarse ser ayudados. De a infinidad de casos que habrán existido y seguirán ocurriendo,es interesante este recogido de las Memorias de la Hermana Lucía,la vidente de Fátima,junto a sus dos primos. En una ocasión relata un suceso ocurrido a un familiar,en que el el ser protector adopta la forma de su prima Jacinta,también vidente de Fátima.
"Una tía mía, casada en Fátima, de nombre Vitoria,
que tenía un hijo que era un verdadero
hijo pródigo. No sé por qué
hacía tiempo que había abandonado la casa de sus padres, sin
saberse lo que había sido de él.
Un día mi tía, muy afligida, fue a Aljustrel para que pidiese a
Nuestra Señora por aquel hijo suyo. No encontrándome, hizo el
encargo a Jacinta. Esta prometió pedir por él. Pasados algunos
días el hijo volvió a casa pidiendo perdón a sus padres; y después
fue a Aljustrel a contar su desventurada suerte.
Después (contaba él) de haber gastado todo lo que había robado
a sus padres, anduvo algún tiempo por allí, hecho un vagabundo,
hasta que no sé por qué motivo le metieron en la cárcel de
Torres Novas.
Después de estar allí algún tiempo, consiguió escaparse; y
fugitivo, de noche se metió entre montes y pinares desconocidos.
Considerándose completamente perdido, entre el miedo de ser
cogido de nuevo y la oscuridad de la noche cerrada y tempestuosa,
encontró como único recurso la oración. Cayó de rodillas y comenzó
a rezar. Pasados algunos minutos, según afirmaba él, se le
apareció Jacinta, lo cogió de la mano y lo condujo a la carretera
que va de Alqueidão a Reguengo, haciéndole señal que continuase por allá. Al amanecer se halló camino de Boleiros; reconoció el
lugar en que estaba; y conmovido, se dirigió a casa de sus padres.
Ahora bien; él afirmaba que Jacinta se le había aparecido, que
la había reconocido perfectamente. Pregunté a Jacinta si era verdad
que ella había ido por él. Me respondió que no, que ni sabía
dónde estaban esos pinares y montes donde él se había perdido.
– Yo sólo recé y pedí mucho a Nuestra Señora por él, por el."
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